distinguen el agua del cielo,
De pie delante de esta torre azul,
no es oscura su sombra de reflejos y brillos;
frente a la torre que se deshace sin fin
y permanece erguida
sobre su base de nubes
de espuma y ruido.
Siento en los pies las piedras blancas,
la furia del río;
entero mi tacto se enfría en brizna,
que lleva gotas,
que llevan estrellas
que mis poros capturan.
Hay en la cascada una escalera de todo color,
me subo,
sobre el arcoíris me asomo a los lados,
la base algodonosa de la torre a mis ojos se reduce.
Casi antes de cruzar el ozono
el arcoíris me deja en la ventana de la torre,
a la gruta que guarda una noche;
dentro no hay cuerpos celestes,
la única luz se filtra por la ventana
de cortinas de agua.
Detrás de la cascada estoy en un cielo negro
hasta que de lo más profundo me parece ver que sale la luna.
No es el astro con dos cuernos,
pero brilla igual;
se acerca ese ser a mí,
un cuerno corona su mirada boreal.
lo abrazo y le toco el cuerno dorado.
Unicornio, te anhelo en mi anhelo,
le digo y me analiza.
Blanco.
El unicornio de luz y nieve
se desboca
y su blancura salvaje resuena en la gruta.
Su cuerno atraviesa mi corazón,
huye mi sangre
y de la existencia no me vuelvo a enterar.