miércoles, 2 de septiembre de 2020

CADÁVERES AL SOL ★ Cap. 1 "Nube de plastilina"


Hola amigos:

Estoy muy feliz de que al fin ya pueden pedir mi novela Cadáveres al Sol en Amazon, luego de que tardó algunos meses en estar disponible en CDMX. Se imprime en EUA, por ello el link del libro está en inglés, y cobra un gasto de envío con el cual sale en aprox. $250 MXN para CDMX, más barato que un frasco de panditas con tajín de marca emprendedora jajaja. Aún así tengo la intención de hacer eventos de presentación, más bien fiestas, cuando ya la pandemia lo permita; en esas ocasiones habrá shows, plática, estampitas, precio de oferta, y más; muero por que ya se puedan organizar. Mientras tanto, ya pueden comprar la novela y les llegará a cualquier parte del mundo. A continuación los invito a leer GRATIS el primer capítulo.
Espero nos veamos pronto. Mil besos.


Marte Rex

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Cap. 1 Nube de plastilina

 

 

I

 

 

En mi jardín se vio una estatua bella; se juzgó mármol y era carne viva; una alma joven habitaba en ella, sentimental, sensible, sensitiva.

-I, Cantos de vida y esperanza. Rubén Darío.

 

Vivo con miedo de que algo horrible pueda sucederme también, a veces me creo maldito, y pienso que si volviera a tener amigos, terminarían condenados. Recuerdo a mi amigo Bórea von Sturm y a los demás con una felicidad triste. Ahora tengo 23 años y estoy por graduarme en Diseño Industrial; para lograrlo he trabajado como gogo dancer los fines de semana. Me llamo Ulihurno.

Como Bórea me encargó antes de morir, he hecho recorrer su centenar de cuadros por varias salas temporales; el reconocimiento del que van haciéndose me ayuda a dejar de pensar en traumas, gradualmente. También me entusiasman mis avances en la escultura; en la universidad voy a un taller, he aprendido varias técnicas, menos aficionadas que la que Bórea von Sturm me enseñó en Malévolafama aquella vez; de cualquier manera siempre le dedico mis trabajos en el pensamiento.

Al terminar la carrera creé junto a tres amigos El Laboratorio, un colectivo de diseño; los cuatro aportamos en todos los proyectos. Cabe mencionar que en esta línea ya tengo 25 años; no trabajo más como gogo dancer ni se me ha vuelto a ver por rumbos de Zona Rosa. Todo mi tiempo es empleado en El Laboratorio; los primeros logros de nuestro equipo han sido modestos, pero tenemos seguridad en el futuro, en nuestro talento y sobre todo en el trabajo. ¿Qué más puedo decir de mi vida antes de que termine el párrafo y el día sea otro? Ah, trabajo además, por mi parte, con un diseñador llamado Telúrico Mielo; a veces colaboramos juntos en la producción de sus zapatos y zapatillas; me propone estemos juntos en la marca, pero no creo estar listo para ese mundo tan aglomerado del glam.

Salgo del MUCA Roma después de haber dejado los cuadros de Bórea von Sturm para el montaje de una exposición. Camino hacia Álvaro Obregón para recorrer el camellón e ir a mi casa, cerca de metro Patriotismo. Me gusta este camino, lleno de esculturas de bronce, reproducciones de obras clásicas.

Sueño con un gran mármol en el centro de mi habitación, tal vez una réplica del Prometeo encadenado que está en el Louvre… aunque no me daría tanto placer como pulir yo la piedra, hacer mi propia divinidad ática; un bloque considerable sería carísimo, un plan a futuro, llenar mi casa de musas como las del Palacio de Bellas Artes, simplemente por la belleza, por deleite sensorial puro, pues sé, o me parece, que los cuerpos desnudos sin más, son el nivel más escueto de significación, y que basta con decir este hombre lacerado es Jesús, para que el sentido nazca, explote y la escultura contenga 2000 años de significado; o decir esta piedra musculosa no es sino Zeus para que la significante de piedra refiera al dios a quien claman los personajes de Esquilo, la figura del rayo y a la divinidad que se transformaba en animales albinos.

Dejo atrás la fuente que tiene a la Venus de Milo con el sólido juramento de jamás comprar una escultura, ¡cómo ha de ser si yo puedo hacerla! Después haré la esencia del universo mismo, por ahora se me antoja simplemente sacar de mis manos la forma de la vida humana, copiar la belleza natural. Tan pronto llegue a mi casa comenzaré a hacer el boceto, creo que haré a un hombre danzando, en alguna posición armoniosa, sacada de mi imaginación aunque con las debidas proporciones.

 

Casi termino este recorrido por el camellón de Álvaro Obregón, adelante está el parque España y a mi izquierda la sala de conciertos Chopin. Qué ciego debí estar para llevar ya varios meses haciendo este recorrido de El Laboratorio a casa, a pie o en bicicleta, y no ver en estas esculturas sino simple ornato de la vía pública; tal vez es la alegría de montar otra exposición con los cuadros de mi amigo lo que me puso en la disposición de sublimarme con este trayecto.

Esta última es más grande… y más cautivadora, renacentista. El dios Baco y un sátiro tras él. Baco ebrio, 1496, de Miguel Ángel Buonarroti. Un cuerpo masculino de joven dios muy alto con una vasija en la mano, la cual se llena de agua de lluvia pero debe imaginársela lleno de vino; en el cabello tiene racimos de uvas; un cuerpo de músculos reposados y redondos, amable como para recostársele encima; la cara de rasgos finos casi ebria pero con sombra de digno intelecto.

Si fuera un individuo tal vez se intimidaría ante mi persistente mirada; yo sería torpe y me iría tímido; pero es estatua y se deja admirar. Me pongo a caminar alrededor de la fuente, sin aguantarme las ganas me meto en ella, por fortuna no tiene agua, aunque estas ansias no serían menores porque la hubiera. Llego al centro y con mi mano le toco el pie, es como romper el hielo -o romper el bronce-; qué sonrisa tan escandalosa y pacificadora.

¿Podría morderle los labios? Quisiera traer una escalera para ponerme frente a su cara, presentarme y hacer que me mire. Es que además de todo tiene unos glúteos como dos planetas gemelos a punto de comenzar a eclipsarse; necesito lentes oscuros para mirar esto.

Mi alegría ha llegado al ozono. Pero no creé yo la estatua, por eso en mis pulmones olean mezcladas euforia y envidia; quien te creó, Baco, debió tener esta misma perfección en su mente, habrá dedicado meses a sacar de sí tu belleza para poder tocarla, te formaste en sus manos y ha sido el padre orgulloso de algo divino y digno de adorar, es el dios del dios. ¡¿Por qué mi mente no había aspirado antes a algo así?! Quiero a un ser como él, pero que me sea fiel, no alabado por pueblos enteros como en la antigüedad, sólo mío, un dios para un solo hombre.

¿Pero con qué formas elaboraré a ese dios? No pueden ser otras que estas, en las que te he venido a encontrar, Baco, y con el mismo nombre de Baco. ¿Qué si puede ser plagio? Como fuera, no puedo alterar la imagen de lo sobrehumano que descubro aquí parado en el camellón, con la excitación de un alquimista medieval que al fin encuentra el oro. Mi necesidad tiene esta mirada, esta justa forma de manos y dedos.

Así como el hombre primigenio aprendió a cantar al enamorarse del aire transformado por las aves, y aprendió como el aire a correr y a hacer más grande el fuego; inventó a partir de la naturaleza, pero para mí el proceso será crear a partir de esta creación, reproduciré la escultura enamorado de la misma pureza que enamoró a Miguel Ángel Buonarroti, enamorado seguramente de la persona de quien se inspiró para crear a la estatua; si el modelo existió realmente, a cuántos no habrá hecho perder la cordura con sólo mirar un punto en la nada.

Al despedirme de ti pienso en el azar, pues pudiste haberme ignorado también, como a tanta gente que al pasar te mira e ignora, Baco, entonces sigues aburrido. Sin embargo quisiste conocerme, como si hubieras decidido de pronto abrir un libro que apareció sin más, y ahora aquí está mi voz; yo tampoco sentiré ya que hablo para que hasta el silencio me ignore.

Este párrafo es el día siguiente. Después del trabajo llego a este mismo sitio con dos kilos de plastilina en barras azules y amarillas. Comienzo a reproducir la mano. Los autos explotan a los lados pero en mi cabeza la memoria sólo reproduce las palabras de Bórea von Sturm durante mi primera lección de escultura. Doy forma de mano a unos trozos de plastilina, parece la mano de un gran embrión, con apenas chorizos en lugar de dedos, luego voy definiendo cada uno. La gente pasa, y como todos en la Roma-Condesa se sienten amantes de las artes, miran con agrado al comprender que duplico la escultura; ven que la mano será amarillo con azul, imaginan al dios terminado de todos los colores y les gusta el proyecto, hay quien llega a preguntarme y a desear suerte, qué chido bro.

Estoy en casa luego de haber terminado tu segunda mano, la coloco junto a la otra y las contemplo; no sujetarán la derecha la copa ni la izquierda la toga despojada, tendrás las manos libres; tampoco quiero hacer el sátiro. La mano que hice hoy es roja con morado. Me recuesto sobre el sofá columpio y me acerco el par, las pongo sobre mi pecho, como si durmieras conmigo y me las echaras encima. Sueño que soy el personaje de un libro que sostienes en tus manos de lector mientras me miras dormir.  Anulado el tiempo, despierto a las 2 a.m. y por suerte no me he movido, tus manos de plastilina siguen tendidas en mí, las coloco a salvo y ahora sí me voy a la cama. Ya no me siento solo en esta casa.

Esta tarde he salido del trabajo; El Laboratorio ha ido madurando, hoy somos ya 12 diseñadores. Dejo mis cosas del trabajo en casa y preparo algo rápido para comer. Al terminar tomo la plastilina, me alisto para estar otra vez frente a mi modelo hasta que el cielo sea negro. No he decidido por dónde continuaré, tal vez sea tu pie.

Rápido comí y será tu pie; me apresuro en mi impactante bicicleta vintage azul pastel, en la canasta traigo mi bolso con la plastilina; casi veo tu pie ya entre mis manos, el empeine, arco y talón. Al fin llego y el pie de bronce es como lo recordaba.

Un niño de la calle está acostado dentro de la fuente, al verme se espanta, quiere decirme que me vaya pero sólo me mira mal; yo entro en la fuente como si no estuviera, incluso pongo mi bicicleta dentro. Saco la plastilina de mi bolso y doy vueltas al zócalo del dios mientras mezclo las barras de plastilina. El niño ríe al ver que empiezo a replicar el pie de la escultura, tal vez cree que estoy loco; me pregunta qué hago y por qué, luego de un momento pierde interés, me pide unas monedas y se vuelve a acostar.

Las nubes han despejado el cielo y no siento que elaboro un pie de plastilina sino que estoy acariciándote; apareces en este mundo por partes, poco a poco voy viéndote a mi lado, dentro de mi dimensión, dentro de este mismo libro; cuando aquí seas tan visible que ninguna conciencia pueda dudar de tu existencia, ¿te sentirás más vivo que habitando hoy tan sólo en mi imaginación? En este momento podrías ser un oscuro trozo de bronce, pero mi voz te hace vivir; yo sería un géiser en Plutón del que nadie se entera, un eco lejano, pero aquí te tengo con los ojos sobre las palabras que construyo, hasta podrías jurar que me escuchas hablar, con tu lectura me invitas a una proyección cerebral en la que me vuelvo tangible.

Baco, eres amante de la orgía pero las únicas pupilas que reflejándote te harán medir 5 milímetros serán las mías; esculturas para el público, he hecho varias, tú no deberás tolerar más humanidad que la mía. Así como yo no sé de otro dios que tú.

Tal vez el original de mármol también esté vivo, éste volumen de bronce muerto en la fuente es una réplica que no conoció mano creadora y no puede escuchar mis pensamientos, es una simple fundición, como fotografía, incluso no tiene creador; y el original, en el Museo Nazionale de Bargello, de Florencia, no estuvo vivo sino para Miguel Ángel Buonarroti, quien volvió materia consciente a aquel mármol. De materia resistente, luego de creado no ha conocido la muerte, ¿cómo ha de llorar aquel Baco de mármol a su creador, esperando una explosión para regresar a la nada, donde no se extraña?

Aún no tienes existencia propia, mi Baco, si yo muriera hoy, morirías enterrado en mis sesos; pero ocuparás un espacio en el aire y entonces serás tan real como yo. Vas siendo de plastilina porque no debes ser de otro cuando yo muera, no serás huérfano como el Baco que está en Florencia. Alguien, quizá mi amigo Telúrico Mielo, deberá derretirte; tu forma se apagará cuando el fuego se encienda y tu esencia se fundirá cuando yo ya no la piense. Te hablo y dentro de mí escuchas, por ahora pienso en ti con una forma encontrada aquí en el camellón de Álvaro Obregón, pero la forma no eres tú, sino esta divinidad inmanente a la que hablo. Me voy, tu pie está casi listo, pero ya oscureció.

Al fin sólo falta tu cabeza. En casa el arcoíris hecho cuerpo yace sobre mi mesa de trabajo, no lo he ensamblado por la emoción de mirarte completo. No, esa visión la construyó hace semanas mi imaginación, despierto y dormido; lo que en verdad quiero es abrazarte, ¿quién ha sentido el supremo éxtasis de amar con los sentidos al dios que haya creado? Las últimas veces que vine a la fuente estuve trayendo esta escalera en forma de letra A para estar más cerca de los detalles. En una ocasión me acompañó Telúrico Mielo.

¿Qué representó su compañía? ¡No sé! vino a platicar mientras te esculpía y ya, esto es la vida real, las cosas no tienen que significar algo, hay muchas cosas gratuitas y sin unidad en la realidad, ¿por qué la literatura debe tener todo justificado, si se supone que imita a la vida? Me estresa, hasta olvidé lo que estaba haciendo… ah ya, voy en tu nariz. No quise exaltarme, lo que pasa es que no puedo evitar sentirme culpable cuando me doy cuenta de que quizá somos más que colegas, amigos. Es que yo no debo volver a tener amigos. Si va a alcanzarme la maldición, ésta debe tener su fin conmigo.

Es ya usual para vecinos y conductores este happening de una escultura de bronce frente a una escultura humana que soy yo, permanentemente concentrado; es notorio mi parecido con Baco, quienes lo advierten nos miran más segundos. A veces recuerdo mi show en el antro, cuando era gogo dancer, me visualizo entonces en tu lugar, adorado en la orgía,  desnudo  y  protagonizando  la  embriaguez,  todos  con  sus  manos  estiradas  para tocarme por un rapto místico, no por lujuria, sintiendo lo que yo cuando vengo a esta fuente… era muy diferente en el antro pero me gusta recordarlo así.

De hecho ayer en sueños reviví una fiesta para la que me contrataron hace años, todos estaban desnudos, libertad total; estaba especialmente excitado al imaginarme en el Olimpo, los de las mesas eran dioses en sus tronos, se besaban las gracias con las musas, al fondo estaba yo, y yo era tú, el dios Baco, rodeado de sátiros. Del mundo era la época tuya. El sudor daba brillo a los cuerpos y yo pensaba en tus reflejos de bronce, pero todos se movían como si en aquel submundo fueran placas tectónicas, interceptaban las luces neón con sus extremidades… y la realidad es que tú, aún cuando seas completo y perfecto, serás inmóvil, nunca podrías interactuar conmigo, pues soy un personaje, y tú no.

No, no serás inmóvil, en video estarás y podrán mis ojos también por fuera entregarse a tus movimientos solares. Sí, cada foto capturará una posición tuya, te moveré imperceptiblemente para la siguiente, así hasta que miles de tomas te revelen ejecutando la danza más conmovedora en un video invaluable. Montaré el escenario luego de terminarte. Nadie se atreverá a dudar, entonces, que un ser virtuoso habita en tus colores.

Me estremece superlativamente mirar tu rostro terminado, que es en su mayor parte azul. Azul era también el cielo, pero al tomar ahora conciencia es negro, tu boca se ha bebido el tiempo en la copa congelada de mis ojos.

Me dirijo a casa en mi camioneta. Atrás va la escalera de dos metros y mi bolso con los materiales; en el asiento de copiloto dentro de una caja viaja tu cabeza, hoy la terminé por fin. Ante cada semáforo en rojo abro la caja pues no puedo aguantar el deseo de seguir contemplándote; la cierro y frente a mí la calle pero todavía tu mirada.

Muy temprano llamé a mis socios para avisar que hoy no asistiré. Baco, hoy luces más rojo. Este día terminaré las uvas de tu cabello. Ya es viernes, no jueves como en el párrafo anterior, nuestra vida está construida por párrafos; tan sólo en este renglón siguiente ya son las 3 p.m., es la hora en que cada parte tuya está terminada, y lista la estructura metálica que las unirá por el centro. A tus pies ensamblo las pantorrillas y delineo la forma de los tobillos que nacen con la unión.

Con gran paciencia te ensamblo hasta hacerte medir 1.84 m. El rectángulo de mi ventana muestra centrado un círculo inflamado, como la bandera de Japón. A tu nacimiento asiste el gran astro y en el suelo de este planeta se traza por primera vez el perímetro de tu sombra. Luego, horas después, las que ha tardado el pavo real dorado en silenciar sus graznidos de luz en el cielo, entran por la ventana las tres últimas de sus plumas con un débil reflejo rosado de ocaso, aterrizan ante tus pies luego de haber resbalado por todo tu cuerpo, Comienza la primera noche en que habitas mi mundo; desde hoy podré mirar cómo me escuchas, Baco.

Amanece y te veo a contraluz, de pie entre mi cama y la ventana. Tu sombra da sobre mí que estoy acostado, conmigo estuviste provocando que te soñara vivo, ahora te miro, y no pudiste haber muerto por el sólo hecho de que desperté. Ya no vivo con el miedo de que algo horrible pueda sucederme también, tengo la protección total y exclusiva de un dios.

Hace un mes que te ensamblé. Sigue tu posición relajada y tu sonrisa serena, me dejas hablar sin decir nada. Me siento condenado y solo sin remedio cuando se me ocurre que tu vida es un invento mío, que mi dios no existe, que podrías estar escuchándome con orejas de plastilina sin pensar nada, como si me dirigiera a un florero vacío, ¡qué semejante eres a un lector, cómo hiere, sí! Sin embargo casi puedo tocar el vapor de la energía que liberas, te siento despierto y me pareces un continente próximo, mis palabras no naufragan en el espacio entre nosotros.

 

Sí, estatua, mi Baco, eres un lector, soy yo mismo como un libro que te dicta aullidos sin encontrar nada en el barco a su regreso, sin poder escucharte, soy la voz narrativa que no sabrá nunca lo que pudieras responderme; aunque seas como el lector despierto que, al leerme, pudieras complementar, pensar conmigo o refutarme. Como libro nunca conoceré tu voz, pero me basta con intuir tus pensamientos y saberme en tus manos.

Llego del trabajo como un torbellino pues hoy verás la lluvia de estrellas conmigo. Te cargo cuidadosamente y en la terraza sobre un diván mirarás el evento con la cabeza recostada en mis piernas. Tengo un mapa de constelaciones y juntos localizaremos varias. Gritamos cuando las estrellas se mueven instantáneas como peces asustados; vamos en el reloj de este planeta y vemos a la bóveda rotar gradualmente. El sueño sólo después de cien caídas estelares va haciéndome sentir arena bajo los párpados, en este estado intermedio mis dedos sueñan que giran entre tu vello axilar; mis ojos se abren casi con resortes por la impresión de realidad, pero no hace frío y con la mirada muerta de nuevo mi mano en tu costilla jura que toca piel a 36.5°C. En estos términos de sueño corporal termino por extraviarme; arriba instantáneas líneas de luz siguen uniendo puntos en el tablero negro de un juego primitivo.

Estoy concentrado en mi mesa de trabajo, diseñando una cama columpio que funcione como un arrullo, estás frente a mí sentado en mi sillón-lámpara-perchero y de reojo me parece que observo el movimiento de tu pecho al respirar; tu cuerpo color luz, de carne y hueso; y tu boca tarareando un himno antiguo. Subo la cabeza para sonreírte, lo hago pero vuelves a ser una figura colorida y estática, sigo sonriéndote sin saber si feliz o tristemente. Debe ser necesariamente feliz, pues ¿no he estado por fin acompañado sin el miedo de atraer la desgracia a mis personas queridas, como en otro tiempo; no me proteges contra todo?

 

Me hice amado de un dios antiguo y ahora amo lo inmortal sin miedo a un final, sin recordar que estoy maldito. ¿Humanos? Apenas con uno interactúo un poco más, Telúrico Mielo, pero con nadie además de mis socios. No vuelvo a colocar mi esperanza y dicha sobre la materia frágil. Elaboré, como los antiguos y aun los modernos, a un dios para ser escuchado, protegido y para que diera trascendencia y sentido a mi vida, este fugaz pensamiento que duele. Mi soledad hoy tiene un eco con vida.

Esta mañana te coloco de copiloto en la camioneta, Baco, iremos a la Marquesa, mmm, quisiera ir más lejos contigo, a Valle de Bravo, a su lago y sus cascadas, ¿y si te llevo de una vez al mar? O a un punto al que no haya ido nunca para conocerlo contigo y que cuando en el futuro lo recuerde con su suelo, horizonte y cielo, seas el marco de ese lugar. Te llevaría a la selva Lacandona, para dormir contigo dentro de una cabaña, acompañados por tarántulas; o a una iglesia de san Cristóbal de las Casas, que sería no altar de un dios católico, sino ahí robarías los destellos del barroco dorado, y con tu presencia la iglesia se volvería tu templo. ¡Cuánta pena y ganas de decapitación representaría regresar a esa iglesia en la que te abrazara, si en el futuro no estuvieras llenando el espacio y mis brazos! ¡Qué angustia la de estar en un templo sin dios!

Vamos hacia la carretera por una avenida concurrida, los conductores cercanos y gente sobre la banqueta sonríen sorprendidos al descubrirte, primero tal vez creen que eres una persona pintada de azul; sólo hubo una chica que luego de verte volteó para reconocerme y le dijo a su amigo, Mira, Ulihurno, con su escultura de plastilina, seguí conduciendo sin voltear cuando se quitó el alto, fue raro que me reconociera, bueno no, pues en el mundo del fashion y el diseño comienzo a ser reconocido, con la historia de que hablo casi nada con personas ajenas a mi trabajo desde que dejé los antros y el gogo dancing, que vivo acompañado sólo por una escultura de plastilina, vista por casi nadie; el encargado de esa información sin duda fue Telúrico Mielo. Lo poco común fue que alguien en una calle cualquiera conociera mi trabajo, esa historia y además supiera mi nombre, que es el nombre de mi marca, tal vez leyó el reportaje de diseñadores contemporáneos de aquella revista; como sea, no me hubiera reconocido sin ti al lado, Baco, ahora eres un rumor confirmado.

Llegamos al fin a Valle de Bravo y cuando he estacionado la camioneta, monto la silla de ruedas y te siento en ella; tardo algunos minutos, en los que te acomodo y voy resanando tus articulaciones. Porque la gente puede ser susceptible te he vestido con una toga verde olivo; al final para protegerte del Sol te pongo un sombrero azul índigo con unas uvas artificiales encima, y un ligero velo que cae, hecho por mí. Nos dirigimos hacia algún restaurante por estas calles empedradas, con curiosidad entramos a uno cuyo cartel dice Comida vallesana; se oía bien pero resulta ser cualquier cosa, sólo se llama vallesana por ser de Valle de Bravo, qué tontería, jaja.

Ahora recorremos la orilla del lago. No pienso en mis diseños pendientes, en mis amigos de otro tiempo, ni en el Destino, todo sobra ahora que te llevo cerca; este es un tiempo tal que, si mañana te pierdo, su fuerza seguiría vivificándome; después de haber estado contigo nada en el universo tiene el poder de contristarme, ni siquiera tu posible ausencia venidera. Este momento hace a mi felicidad indestructible por siempre.

Al atardecer te compro dulces típicos, sirenas de barro, café tostado y una bufanda de lana verde.

De regreso en carretera, la luna oculta y una sólida oscuridad me impacientan: orillo la camioneta. El acto de desabrochar mi cinturón de seguridad para aproximarme a ti, es como subir por una escalera colosal y atravesar la atmósfera. Alejo tu toga y mi ropa. Sé del rizo alunado que una medusa deja impreso en el agua, contemplo la vellosidad colorida en el oscuro cien pies, toco los puntos amarillos en el centro de una flor negra, sigo la incandescencia del pez en la profundidad tenebrosa; eso son las horas que permanecemos orillados, eres rizo alunado, vellosidad colorida, puntos amarillos, incandescencia de pez. Vemos amanecer.

Eres el motivo de los renglones que mi voz va construyendo, a ti los dirijo, Baco, si tú no me le-o-yeras me encontraría solo en este libro, que sería un mundo blanco y negro; sin embargo estás frente a mí, con todos tus colores, mis párrafos no podrían tener más valor. Miro el resto del libro y sólo tú sabes qué puede contener, pues eres dios, pero si acaso se trata de una existencia contigo, me alegro de que sean decenas y decenas de páginas; por esa esperanza tengo fuerza para pasar los días y las páginas.

Hoy sin embargo al despertar, te descubrí caído, sobre la alfombra de vides con racimos artificiales que te hice en tu cumpleaños, yacías en una postura suplicante, el gesto incluso te noté diferente. Me preocupé de que pudiera ser un presagio, pero aquí estoy levantándote, te llevo a la ventana sin saber qué ha aterrado tus visiones; no tengas miedo, si lo pierdes lo perderé también; mejor recuerda el pasaje en el que viajamos a Valle de Bravo, o cuando salimos a ver la lluvia de estrellas, vuelve las páginas en tu memoria, Baco, cada vez que tú quieras estaré diciéndolo como si fuera la primera vez y lo reviviremos.

Antes de irme al trabajo, bajo la cortina de velo oscuro para que puedas mirar el transcurso del día y del cielo sin que te derrita el Sol y sin que te mire la gente. Puedes sonreírme, confía en mí, dios, tenemos todo un libro por delante.

 






II

 

 

 

 

#PervertMX presenta:

 

Fiesta de nebulosas y meteoros

 

 

Happy BDay, Telúrico Mielo!

Ex Fábrica de Harina / Andén Tacuba

Este sábado desde las 9:00 p.m.

 

 

Pasarelas: Samuel Girón y Telúrico Mielo

Live act video x Ulihurno y Baco

DJ Villaseñor

  Hosts: @lasmierderas & Rafa Rech

Fotos x Rafa Vázquez

Dresscode: Cosmic Madness

$200

 

 

#Pervert MX es un colectivo incluyente. Todas las orientaciones, identidades, todos los fetiches y todxs lxs cuerpxs, son bien-venidxs.

 






 

III

 

 

Los altares han de ser demolidos, las columnas sagradas han de ser hechas añicos, y los postes sagrados han de ser cortados. No debes postrarte ante otro dios, pues él es un Dios

celoso.

-Éxodo 34:13,14.


Ah, Baco, después de tantos meses, veo cómo los cambios fueron violentos y traumáticos, de pensar hoy en tantos hechos se desacomodan cronológicamente ante mí; dudo si sentirme nostálgico por el pasado o feliz por el presente; no sé si de verdad te extraño, pues actualmente tengo que abrir un paréntesis para sentirlo, cuando sigo teniéndote enfrente pero llevas meses en la misma posición, cubierto de polvo, y no hago nada para dejar de extrañarte, quiero decir, para corregir mi ausencia dentro de tu espacio.

En este momento pienso en ti como un planeta de plastilina, no ya color arcoíris, sino simplemente azul. Imagina, Baco, que de pronto eres el planeta Neptuno, gigante, gaseoso, que el polvo que te viste es ese gas. Piensa también en mí como en un astronauta.

Mi nostalgia puede ser un engaño. Neptuno, ya de ti una vez me fui con vértigo de más universo; pero al extrañarte volví, volví algunos días para descubrir que quería irme otra vez. Y te hice temblar, en repetidas ocasiones lo hice. Me engañé con mi nostalgia y te engañé también. Hoy paso cerca de ti, oculto, te miro con tu serenidad azul, ¿podría hacerte temblar otra vez pensando sólo en el presente?

No lo pretendo, pero extraño tus vapores y neblinas azules, que me hacían alucinar con junglas y flores de viento semejantes a rehiletes; te recorría acostado sobre bajas nubes como si fueran alfombras voladoras y desde ellas arrancaba blue berries de arbustos color agua que creabas con ilusiones ópticas sólo para mis ojos; eras también aquella perla con el océano dentro, como planeta de mar sin orillas. Supe de la región sólida bajo tu masa gaseosa; de ese centro de diamante que con mis manos conocí.

Fuiste mi montaña rusa, sobre tus rieles en el tren del juego sólo hubo un asiento, nunca quisiste más población que yo; fuimos la unidad habitante-planeta. Tu clima tenía la temperatura de mi piel.

Después de dármelo todo, era inimaginable que de pronto me fuera.

 

Para mí pensaste una pirámide, desde lo alto te sugería las formas y todo lo que deseaba lo presentabas ante mí, elaborado con viento, con la geometría de los huracanes; fuiste el escenario de mi imaginación.

Qué calor el de nuestro tiempo, parece más cálido al visualizarlo desde fuera. Típico es, tal vez, no valorar el presente; irracional fuera no sentir nostalgia ahora. El día de mi despegue, imagen triste, la más triste, sin embargo no me conmovió. Comenzaba mi radiante viaje, volteé sin detenerme, te vi con tu dignidad de planeta, con tu rotación ininterrumpida, azul como el llanto, diminuto luego como una lágrima, reducido cada vez más para mis ojos mientras otros cuerpos, con mi proximidad, aumentaban su volumen.

Lejos de ti, qué extraño, no dejaba de repetir en los vuelos los giros que me enseñaste. ¿Lejos de ti? No lo pensaba, lejos de nada, a donde yo iba llevaba el centro del universo, sólo mi futuro me ocupaba. A ningún lugar pertenecía, lejos de nada, pero sin cercanías.

Fue ese mismo día que con tu cuerpo sobre la alfombra auguraste nuestro fin. Después del trabajo caminé hacia casa por el trayecto conocido, quise detenerme ante la fuente del bronce angular, el origen de todo. Miré por un buen rato, me pareció bella estatua pero vacía del todo, como una cruz con un Cristo muerto; el Baco vivo, desde la ventana de mi cuarto, esperaba verme llegar.

 

Retomé el trayecto pero con un miedo incierto, pensaba en tu postura derrotada, en la tristeza naciente de tus ojos, caminaba lento para que el tiempo se congelara y nuestra historia quedara cristalizada hasta ese momento, el mundo podía terminar en esa cumbre nuestra, sin embargo las letras seguían apareciendo en la hoja como los granos de arena del reloj. Aplazaba el regreso a casa, aplazaba el Destino que ya tenías por cierto; desvié un par de calles mi camino para ir al parque México.

Un rato me abstraje mirando a los perros purasangre, todos alineados y demostrando los modales que aprendían en esa escuela al aire libre; apenas reí un poco por el chichuahueño ojón y tembloroso, pero el imperceptible movimiento de rotación planetaria estaba provocándome náuseas y para que la traslación no alterara más mi presión me fui a una banca próxima al estanque, miraba patos y estaba consciente de que tal vez te preocupaba mi retraso en llegar a casa, no porque temieras por mi seguridad, ya que como dios, me protegías, sino porque sabías que estaba evitándote.

Atardecía, los patos se juntaban en su refugio del islote; parejas de novios, papás con carriola, vendedora de cigarros; a la derecha veía algodones de azúcar; rumores aéreos llevaron mis ojos al lado contrario, y repentinamente miré a un joven que corría desnudo, agitado, boquiabierto, como perdido. Tuve en la mente el cortometraje de tu danza que logré realizar con ayuda de Telúrico Mielo. Pero aquel joven era de carne y hueso.

Me levanté para alcanzarlo, no me hacía caso cuando lo llamaba, ¡Ey!, ¡oye! Corrí más y cuando estaba cerca le dije, Amigo, calma, quiero ayudarte, lo tomé del brazo, se detuvo y cuando nos miramos se me estacionó la sangre. Toda la gente nos miraba, me quité la camisa y se la puse. Lo reconocí de inmediato, pues era tal como lo recordaba,

¿Oliverum?, le pregunté, pero casi estaba afirmándoselo, sabía que no podía ser otro. Él escucho mi voz diciendo su nombre y mostró gran sorpresa, como que al fin había podido reconocerme, Eres tú, me dijo… tú pero mayor, Ulihurno, y tienes barba rubia, me tocó la cara y nos abrazamos. Fue como cuando Dorian Gray regresó de haber conocido el mundo y dejó a la burguesía inglesa azorada al descubrir que él no había envejecido.

La gente seguía escandalizada por su desnudez. Me quité también los zapatos y se los di, pues estaba pisando piedras y tierra. Nos apresuramos a tomar un taxi.

Taxista.- ¿A dónde los llevo? Ulihurno.- A un hotel.

Oliverum.- ¿A un hotel?

 

No podía llevarlo a mi casa, tú me esperabas solo; tenía tanto de qué hablar con él, además,  no  estaba  seguro  de  si  quería  que   supiera   de   ti,   que   supiera   que vivía erotizadamente con mi dios. ¿Y a ti qué iba a decirte, Mira, Baco, es sólo un viejo amigo?

Oliverum.- Ulihurno, ¿y si me llevas a mi casa? Ya tiene varios días que no llego.

 

Pero… ¿tú por te ves tan mayor?

 

Ulihurno.- Yo no soy el extraño, tiene 15 años que no te veo, tú eres el que extrañamente sigue joven.

El taxista nos miraba por el retrovisor.

 

Taxista.- ¿Quieren que los deje dentro del estacionamiento de este hotel?

 

Ulihurno.- Sí, por favor. / Oliverum, y ¿cómo que tiene días que no llegas a tu casa?

 

¡Ya son 15 años! ¿Dónde te metiste?

 

Oliverum.- Pues estaba con Jim Zeitgeist ahí en Parque… o no sé, nos perdimos… y lo perdí…

Ulihurno.- ¿Jim Zeitgeist, el tipo de sombrero de copa, el que conocimos en las cabinas la ocasión que fuimos con Bórea von Sturm? / Aquí tiene señor.

 

Taxista.- Gracias jóvenes.

 

Pagué el cuarto. Mi amistad con Oliverum se reanudó como si apenas el día anterior nos hubiéramos despedido. Tuve que explicarle y hacerle entender que efectivamente eran

15 los años que no nos habíamos visto. Primero creí que estaba enfermo, como con demencia, pero su aspecto joven confirmaba la historia delirante que me contaba: literalmente Jim Zeitgeist había hecho imperceptible el tiempo a su lado, como si hubiera alterado el campo gravitacional, o atravesado por un agujero de gusano, túnel dimensional u otro fenómeno que supera nuestro entendimiento. Me contó todo tal cual lo vivió, le creí pues por ti yo sabía de maravillas que son posibles, Baco.

Antes de que cerraran una tienda de ropa de varios diseñadores de la calle Colima, salí a comprarle una muda de ropa; también le llevé pizza y vino tinto. Cuando llegué estaba dormido, pues según él llevaba sin dormir desde la última vez que lo había visto… es extraño de explicar. Bueno, lo miré respirar, en verdad estaba vivo, representaba el final de mis pesadillas, no todo había perecido a causa del hado maldito de Bórea von Sturm; ahí estaba yo con Oliverum, teníamos al frente el futuro como una alfombra roja lista para nuestros pasos, juntos.

Terminaría de estudiar su carrera, podría vivir en mi casa, también seguiría especializándose en la fotografía. Yo volvería a ser joven a su lado, con su energía desbordante de 17 años, iríamos a las fiestas y pasarelas a las que me invitaba Telúrico Mielo sin conseguir que yo fuera. Visualicé la vida que, a partir de ese día, en efecto tuvimos.

Despertó y mientras comíamos le conté que ya era diseñador, que las revistas hablaban de mi trabajo; lo puse al tanto del México y mundo actuales, de lo que la gente hacía y usaba, de cómo seguí siendo amigo de Bórea von Sturm hasta el fin, de la suerte que corrieron nuestros demás amigos, todo le conté, pero sólo hasta pasadas como las dos o tres de la madrugada tuve el valor para contarle de tu existencia, para que supiera que esa noche te quedaste esperándome. Me costó trabajo pues no era como contárselo a mi tía Zenaida, sino a alguien que estaba haciéndome sentir infiel simplemente con sonreír. Los años contigo realmente fueron irremplazables, todopoderosos, pero cuando Oliverum regresó mi felicidad cambió de nombre y formas. Contigo llegué a sentirme entero sin necesidad de que me hablaras, pero que él me hablara era sentir una expansión fascinante. Las botellas se habían terminado.

Oliverum.- Entonces tienes 33 años. Ulihurno.- Sí chamaquín jajaja

Oliverum.- Y tú… ah, el frío ya se siente más, no ha de faltar mucho para que amanezca.

Ulihurno.- No era eso lo que querías decir.

 

Oliverum.- No, aún sabes cómo suelo pensar. ¿También esto te creció? Ulihurno.- Ven, te enseño en el jacuzzi.

 






IV

 

 

Ciertamente tú eres mi creador pero, ahora, yo soy tu dueño. ¡Obedece!

-Frankenstein.

 

 

 

El atmosférico apartado sobre una nube de plastilina que alguien creó con sus manos. La nube fue primero como un pétalo transparente; se fue transformando por su misma naturaleza de nube: dorada, roja, violeta, anaranjada, rosa… pero pronto sólo fue negra. Hinchada de ira colosal despidió relámpagos, huracanes y diluvios.

 

No es un ataúd, esta caja de madera es para transportarte al museo; Oliverum me ayuda a colocarte dentro. Quedaste limpio, como nuevo. ¿Qué, para ti da lo mismo que si fuera un ataúd? No pude negarme a la suma que me ofrecieron, además debes entender que allá recibirás atenciones profesionales, la sala en la que te colocarán cuenta con regulador de temperatura, hechizarás a todos con tu belleza multicolor. Además hace tiempo que no estás a gusto aquí, no puedes quejarte.

El Director del museo te descubrió en la Fiesta de Nebulosas y Meteoros, Telúrico Mielo me había suplicado que te colocara durante esa noche al frente de la torna del DJ, elevado, iluminado por juegos de luces, como en un altar o tu escenario. Todos preguntaban por el escultor, te tomaban fotos, venían a hablar conmigo y cada vez más personas se enteraban de que yo era Ulihurno el diseñador; para entonces mi anonimato se había ido por completo, luego de ocho meses de fiestas y eventos continuos, el hecho me daba gran satisfacción pues Oliverum amaba que nos vieran juntos.

 

Cuando terminaron las pasarelas, tu éxito, y el mío, fueron rotundos pues en el techo del lugar proyectamos el video de tu danza, Baco. Los asistentes miraban alternadamente al video y a ti frente al DJ; aplaudieron tanto, y más que a mí por haberte esculpido, te aplaudían a ti por bailar tan lúcidamente. El resultado fue que el Director del museo llegó a mí decididamente para comprarte junto con el cortometraje. Ante mi vacilación por el ofrecimiento Oliverum me animaba, decía que no era un museo pequeño, que sería un gran escalón para mí; pero más que eso, lo animaba a persuadirme el hecho de que lo inquietabas todo el tiempo, desde la mañana en que lo llevé a casa luego del hotel.

Ese día al entrar por primera vez en mi cuarto luego de unos minutos comenzó a respirar con dificultad. Te miró la espalda, tenías las manos sobre el alféizar, se acercó a ti pero su respiración se hacía cada segundo más grave. Acercó su mirada a tus ojos inmóviles y cayó de rodillas emitiendo sonidos de animal, casi rugiendo por falta de aire. Corrí a él y lo agité, iba pasando de rojo a morado, se debilitaba y dejaba de sujetar mis brazos. Le di respiración de boca a boca y te supliqué, dios, ayúdalo, continué con mis esfuerzos, llorando, Baco,  por favor,  hasta que  al  fin me  escuchaste. Todo  dependía de  lo  que quisieras leer en este libro, y decidiste que el renglón esté diciendo que se salvó. Una vez repuesto lo acosté en mi cama.

Durante las noches siguientes tuvo pesadillas, dijo que en todas aparecías ansioso por destruirlo. Días después te traje a la sala, de donde sólo te moví el fin pasado para llevarte a aquella fiesta.

Te hemos guardado a salvo de golpes, pido a Oliverum me acerque la tapa de tu caja. Una sombra de nostalgia me hace contemplarte un último instante, pero me alienta y persuade el pensar que en el museo fascinarás a todos y mi nombre estará en la placa; siento mi corazón convulso, una opresión de miedo, tu mirada me señala, me reprocha, pero esto se acabó. A Oliverum también se le va llenando el cuerpo de angustia. Los dos, sin decir nada, compartimos el afán de desaparecerte de nuestra vista, yo no quería hacerlo evidente durante los meses anteriores, procuraba incluso salvaguardar mis pensamientos de tu omnisciencia, pero a estas alturas ya no puedo disimularlo.

Colocamos la tapa y miro a Oliverum, un segundo sonreímos victoriosos pero de la nada emite una exhalación violenta, intenta inhalar para regresar aire a su cuerpo pero no puede. Esto no ocurrirá de nuevo, lo rodeo con mis brazos, le paso aire de boca a boca y le digo, sé fuerte, resistir quizá está en la voluntad, después de hoy esto se habrá acabado, estoy contigo, se logra calmar un poco, pero no está del todo bien.

Baco, sé lo que pretendes, tu venganza busca los medios para terminar con él y conmigo. Lo que sea que hagas será hecho silenciosamente, no puedo ni suponer cómo piensas hacerlo, cualquier palabra tuya es imposible de ser escuchada de este lado. Miro cómo Oliverum hace respiraciones profundas para lograr relajarse, sin saber por qué le quito la tapa a la caja y te miro; soy como una persona sometida al Destino, un personaje sometido al lector, al lector/escultura/dios todopoderoso que sostiene el papel cuyas letras me dan existencia.

No cometí otro delito contra ti que amarlo; encontré en esta novela a otro personaje, hecho de palabras como yo, igual a mí, sabes cómo lo había esperado, durante 15 años. Cómo puede encender tu ira el que te deje por él, si de ti jamás escuché una palabra. Ya sé que quieres castigarme, que tal vez debo pagar mi deslealtad, pero espera, quisiera pasar aún un momento más aquí, al lado de Oliverum.

Ciertamente soy yo el que está frente a la caja, mirándote, pero si tú sigues leyendo, leyendo mi mente, darás avance al tiempo que avanza hacia mi fin.

 

Por el tiempo y las páginas en que estuvimos juntos, dios, y porque fuiste mi creación amada, y yo tu amado creador, déjame aquí, con este personaje, y olvida tu rencor y ansia de nuestra sangre, desiste de asfixiar a Oliverum. Sólo deja este libro a un lado, ciérralo y olvídame.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Por qué sigues!

 

 

 

 

 

 

 

 

Te empeñas en seguir, en alcanzar mi futuro lleno de destrucción, sigues construyendo estas palabras en tu mente, no dejas el libro. Y veo tu gesto tieso, te has propuesto terminar la página.

 

 

 

 

Mi súplica por detener el tiempo ha sido inútil. Tu venganza es definitiva y harás llegar el momento de mi muerte. Lector de plastilina cruel, eres destructor, pues eres dios.

 

Con estas manos que te formaron quieres que yo mismo me destruya, por favor, deja ya el libro. Recuérdame vivo y feliz, ten en cuenta que si me matas, si sigues leyendo renglón tras renglón verás la imagen de mi cadáver y te atormentará el pensamiento, no cargues un asesinato en tu conciencia.

 

 

 

¡No! Todo menos hacerle daño a Oliverum, quien yace sobre el sofá a la expectativa y respirando con gran esfuerzo. Si con mis manos te di vida, por qué quieres que con ellas dé muerte a quien amo. No fue mi culpa dejar de amarte, eso pasa, entiéndelo.

Estática es tu postura y furiosa tu influencia; cómo puede ser que actúas tan cruelmente con sólo tener los ojos sobre el papel. Me haces descargar los puños contra su rostro que besé. Oliverum no comprende, me mira espantado, me llama loco, todo es tu culpa dios lector. También, de parte tuya, comienza a inhalar y exhalar con gran dolor. Yo quiero detenerme y abrazarlo, pero lo someto contra el suelo boca abajo, mi rodilla va contra su espalda y mis manos se sujetan a su mandíbula, abriéndole la boca, queriendo que su cabeza llegue a su espalda alta.

Querías destruirlo porque sientes que te robó mi amor, te vengas dándole muerte a través de mis propias manos; sólo espero que sepa que no soy yo, que yo jamás le habría hecho daño, que obro por influencia y maldición de un dios ciego de odio.

¡Baco, te maldigo! No sabes amar, eres un enfermo, no quisiste mi felicidad a su lado, no te bastó con haber vivido conmigo una época dorada, con recordarla por siempre, tu amor fue un amor condicionado, egoísta. Pudiste haberte despedido, dejándome con él en esta dimensión blanca, pero tenías que seguir leyendo para construirme una desgracia inllorable.

 

Oliverum ha quedado inconsciente, mis pies pisan y saltan sobre su cabeza, le patean el tórax. Su frágil cuerpo de 18 años... cómo ha quedado por tu locura de dios. Has llenado este libro de maldad y ahora provocará náuseas a cualquiera que lo tome en sus manos. ¿Oliverum tendrá vida aún? Era sólo una esperanza. Ante la duda mis ojos son conducidos hacia la chimenea, luego mis arrastrados pasos obedecen, para tomar uno de los leños cuyo extremo termina en punta; no quiero tocarlo porque intuyo mi próximo acto, pero es inevitable que llegue a mis manos. Mis manos ya no son mías. Poseído por alguna furia parásita, llegó en un par de zancadas al torso de mi niño, sólo para destrozarlo por completo, dejando caer la nueva estaca directamente sobre el corazón que sentí tantas veces seguir el ritmo del mío. Con su muerte has construido también la mía, presencias esto con tu belleza de escultura recreadamente clásica.

Yo no soy un asesino, lo eres tú, empeñado en seguir leyendo, en procurar que el Destino me alcanzara. Estaba escrito, sí, pero te rogué que abandonaras el libro y me dejaras perdido en el tiempo y mi felicidad. ¿Para un fin mío, qué tienes reservado? Termina con mi conciencia, no tengo voluntad para soportar la existencia que me da tu lectura, no querrías dejarme con vida, no puedes ser tan vil si acaso en el fondo a tu manera me amas, mátame también para que experimentes cómo es matar lo que se ama.

Me matarás desde tu postura estática, pues no puedes convertirte en personaje para entrar y terminar conmigo personalmente. Tus medios son tan sucios que espero cualquier cosa. Algo quiero jurarte, nunca volveré a amarte, lector criminal, dios esculpido; y te lo grito, ¡AMO A OLIVERUM!

¿Pero qué es esto? Debí suponerlo, me matarás también con mis manos. Con mis dedos vueltos garras profano mi garganta y destruyo mis estructuras corporales, me pongo rojo y rápidamente mis venas del cuello se emponzoñan, mi mano sigue en esfuerzos por entrar hasta mis pulmones, ya no puede entrarme aire, moriré asfixiado, mi otra mano no me ayuda, como por no dejar de utilizarla como instrumento de tu venganza, la diriges hacia mi ojo izquierdo, ah, me lo hago a un lado y mi dedo de acero rasca mi cerebro.

De dolor me desmayo, de dolor y falta de aire, ya otro dolor me había hecho desfallecer cuando golpeé a Oliverum, lo que provocas que me haga es lo mínimo que me puede llevar a sentir menos mal por haberlo herido de muerte.

Tirado junto a un Oliverum bañado en sangre, mi cuerpo con un dedo en la cavidad ocular y hasta medio antebrazo dentro de la boca. Dios Baco, no habrá más individuos que te adoren. Muda escultura, maldito lector, lo conseguiste, disfrazado de Destino inevitable terminaste con todos los que conocí, quise y amé; y tu odio te llevará a revivir con tu lectura todas las tragedias postreras que esperan en las siguientes páginas, una y otra vez querrás hacer morir a todos.

Algo tengo para mi consuelo, y es que no podrás, hagas lo que hagas, evitar la inmortalidad de Bórea von Sturm. Impotente dios, quienes amamos llegaremos a ser libres.



Fin del Cap. 1



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ÍNDICE

 


 

1. Nube de plastilina                                                                               

 

2. Constelación cuyas estrellas detonarán en efecto dominó                 

 

3. Un claro es la luz solar que un astro refleja sobre otro                      

 

4. Juegos de pareidolia con magnetismo solar                                           

 

5. Dos nimbos en busca de otra región para poder diluirse                   

 

6. (Ante locas o) Ante el OCASO                                                             

 

7. Al interior del agujero negro encuentra a su exoplaneta gemelo 

 

8. Quebradero de una conciencia multidimensional                              

 

9. Un cuerpo negro absorbe toda la luz que incide sobre él                       

 

10.  El colapso gravitatorio de la blasfemia                                               

 

11.  Sanguijuela del discontinuo espacio-temporal                                   

 

12.  La bóveda celeste dentro de una habitación antropocéntrica                 

 

13.  Habitantes de las nubes           


14.  Avería en la curvatura para mirar una escena del futuro                                                               

15.  Te orbité como un satélite y me atomizó tu atmósfera                           

 

16.  Otrora Magna Magma                                                                        

 

17.  La paradoja de los dos cohetes                                                          

 

18.  Personas como sueños de los que despiertas                                       

 

19.  Este cadáver al Sol es amor                                                                

 


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Sinopsis


“Te encontrarás frente al espejo del tiempo sin reconocerte, y para todos tus allegados la realidad perderá toda coherencia”, es lo que augura una pitonisa a Bórea von Sturm, quien a los 17 años terminará en una relación con su padre sin saberlo. Estaba escrito que Bórea viviera un romance con Cyan Febeo, su compañero de clases heterosexual; ante la imposibilidad el Destino conspira airado, articula el incesto y azota a quienes lo rodean. Hay amores que de no ser, descomponen al cosmos.




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