Para ti, Soledad Novena, no hay formas,
el Sol no te revela colores
ni tienes conciencia de tus sentidos,
cerrados siempre en el vacío negro
del que te sientes formar parte.
Una estrella con luz propia casi choca contigo,
sigue su caída horizontal,
la ves pasar pero no sabes de lenguaje
y no se construye tu pensamiento,
no tienes el vicio de soñar;
sin embargo el centelleo traumó tus ojos
y sientes nacer una muda certidumbre
de que tu existencia debe seguir rotando sola.
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